Precuelas de '300' y 'Soy leyenda'
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Seis años después del fin de la serie televisiva llega a la pantalla grande el segundo largometraje de Expediente X, un trabajo mucho más calmado en comparación con las tribulaciones que los agentes Mulder y Scully sufrieron en el primer filme. No obstante este nuevo capítulo tiene poco de paranormal, salvo por un sacerdote que tiene visiones, y se apega a la realidad pura y dura con un caso de desaparición de jóvenes más en consonancia con productos tipo CSI. Varias mujeres desaparecen en una población rural de Virginia. El sacerdote a partir de sus "visiones" mandará a la policía a un lugar concreto, donde encontrarán una serie de fosas con cuerpos humanos congelados que parece ser un experimento médico secreto y que puede tener relación con las mujeres desaparecidas... Para resolver el caso, el FBI recluta de nuevo a Fox Mulder, ya retirado y centrado en recopilar casos extraños que va recortando de las páginas de los diarios; y a Scully, que con el paso del tiempo se ha centrado más en su labor como médica en un hospital.
Toda la película es una forzada resurrección de una historia de la que ya se sacó todo el jugo posible. Hasta la aparición de su antiguo jefe, Skinner, resulta un golpe de efecto totalmente innecesario. De esta forma tenemos ante nosotros un producto realizado con corrección pero nada más allá de un telefilme, un episodio alargado con muy pocos alicientes, la verdad, y que no se encuentra entre las mejores historias que han dado de sí sus fructíferas nueve temporadas en TV (al menos las siete primeras hasta que David Duchovny decidió marcharse). Dirigida por el propio creador de la serie, Chris Carter, una nueva adaptación cinematográfica que se puede ver de forma independiente, sin necesidad de estar familiarizado con la popular serie televisiva pero una película mucho más recomendada para fans, que aún con todo se sentirán decepcionados con el resultado final, una suerte de caso sin ninguna sorpresa reseñable, pero eso sí, con los típicos enfrentamientos entre la lógica, encarnada en Scully, y la creencia ciega de Mulder pero donde éste pierde su condición crédula en pos de una testarudez inasumible, y donde Scully no acaba comprendiendo nada y, como jamás antes había sucedido, intenta justificar un racionalismo que es, en este caso, adecuado, ya que no hay nada en lo que creer. Carter pretende que el espectador crea a pies juntillas lo que le propone en la cinta, es decir, que el padre Joe tiene dotes adivinatorias, pero no pone al alcance del espectador argumentos convincentes ni reseñables: todo debe basarse en la fe. Eso sí, Expediente X sigue contando con una espléndida fotografía y una primorosa banda sonora.
Hancock tiene una fuerza sobrehumana, puede volar y es inmune a las balas, pero también tiene muy malos modales y cada vez que combate el crimen crea más desperfectos que los propios delincuentes. Vive como un vagabundo y la gente le tiene más desprecio que admiración. Sin embargo, su vida puede cambiar cuando salva la de un idealista que se empeña en reformarle. La cinta está dirigida por el actor y director neoyorquino Peter Berg (La sombra del reino, Very Bad Things). Junto a Will Smith están presentes también en el reparto Charlize Theron (La maldición del escorpión de Jade) y Jason Bateman (Ases calientes).
Lo que veis que promete el tráiler de Hancock: una revisión del concepto de superhéroe y un giro argumental al ya profundamente manido discurso de lo que hoy debe ser considerado como todo un subgénero; la película no lo ofrece. Reconsiderar algunos supuestos escenográficos y narrativos del género, reducir las escenas de acción en la película, humanizar al héroe y convertir los intersticios narrativos en la verdadera esencia de su adaptación, con una vocación algo menos espectacular y aerodinámica de lo que suele ser habitual en este tipo de largometrajes: no, no lo busquéis. No es, por supuesto, 'El Protegido', ni siquiera la más reciente y mejor 'Iron Man'. Parece que Hancock puede seguir esta senda seductora. Ya de por sí, el hecho de que se trate de un héroe creado de la nada daba carta blanca a Universal para moldearlo a su entero antojo, sin restricciones de ningún tipo. Pero las borracheras que se pilla el héroe a lo largo del metraje a base de güisqui barato, en realidad no son más que la excusa perfecta para narrar la historia de una previsible y desatinada redención, la que le transformará finalmente en un superhéroe ejemplar. Al cabo de diez minutos, Hancock se convierte en otro insufrible recetario de burdos efectos especiales infinitamente inferiores a los que adornan las aventuras de Spiderman, por ejemplo. Con todo, Will Smith no está nada mal en la actuación y si no eres exigente es más que probable que disfrutes de la película.
El escenario donde se ambienta el filme es la ciudad de Los Ángeles. Allí se desarrollan la mayoría de escenas de exteriores que se combinan con impresionantes decorados (el banco que sufre un atraco en la película es totalmente ficticio). Otras de las curiosidades que deparó el rodaje son las relacionadas con los efectos especiales. Los prestigiosos John Frazier y Jim Schwalm (responsables de los efectos especiales de Spider-Man 3) se encargan de conseguir, entre otras cosas, que Smith vuele a sólo cinco centímetros de suelo.
La historia fue escrita por Vincent Ngo en 1996, y así estuvo dando vueltas por Hollywood durante más de una década. Muchas veces quisieron rodarla, incluso diferentes directores de renombre tuvieron el guión en sus manos pero no la llevaron a buen puerto, entre ellos Tony Scott, Michael Mann, Jonathan Mostow, o Gabriele Muccino. El primer borrador del guión trataba de un niño de 12 años, y tenía por título 'Tonight, He Comes'. Fue Tony Scott quien primero se ocupó del guión de Ngo, pero no prosperó. Michael Mann lo retomó, pero lo dejó en favor de 'Miami Vice'. Después fue reescrito por Vince Gilligan y John August, pero ni de esa forma fue elegido para rodarse. En 2005 lo compró Columbia Pictures, y fue reescrito de nuevo por Gilligan. Pero otra vez fue dejado de lado y retomado por diversos productores hasta que Smith terminó el filme 'Soy leyenda'. Cuando Peter Berg se hizo cargo le gustó la historia, y la comparó con 'Leaving Las Vegas (1995)', y así fue que se volvió a reescribir el guión. El título cambió a John Hancock y luego sólo Hancock.
Por cierto, Hancock no viene solo a salvar los Estados Unidos, ¡por fin! un superhéroe a escala mundial, es por eso que no os sorprendáis si en algún momento del filme veis al superhéroe volando no solo con los colores de la bandera yanqui de fondo, sino con la de vuestro propio país (me refiero a España). ¿Solucionará la crisis económica brutal que le ha creado Zapatero a los españoles?
Esta Funny Games es el remake de uno de los largometrajes más alabados del director austriaco Michael Haneke, uno de los autores más provocadores del último cine europeo. De hecho, se trata de una copia plano por plano de la que hizo en el año 1997. La única diferencia es el idioma (el inglés en lugar del alemán) y la aparición de rostros conocidos en pantalla como los de Naomi Watts (King Kong), Tim Roth (Pulp Fiction) y Michael Pitt (Seda).
El remake responde al deseo del director de llegar al público yanqui, auténtica inspiración de la película y al que no le gustan los filmes con subtítulos. Michael Haneke accedió a repetir su propia cinta con la única condición de que la actriz australiana Naomi Watts fuera la protagonista. Además, es productora ejecutiva.
Como se observa en el trailer, una familia adinerada pretende pasar unos apacibles días en su casa de campo. Nada más llegar a su destino, dos muchachos tan educados como inquietantes llaman y les piden unos huevos. A partir de ahí empieza un duro secuestro en el que el espectador se convierte en una víctima más. Y es que una de las obsesiones del director es reflejar la violencia pura, pero no mediante litros de sangre derramada, sino con una serenidad terrorífica. Los verdugos apuestan a que sus víctimas estarán muertas en menos de doce horas. Y ellas, lógicamente, lo contrario. A partir de ahí no hay reglas. El sadismo es el eje central del relato. La pura diversión, el leitmotiv de los asesinos, en un claro guiño a 'La Naranja Mecánica' de Stanley Kubrick. Y el resultado, una obra magna del cine contemporáneo. Sin duda una de las mejores reflexiones fílmicas acerca de la violencia que se ha realizado en el cine postmoderno junto a la inquietante obra maestra de Gus Van Sant, 'Elephant'.