La cosecha

Película de terror cuyo tratamiento visual es la mejor baza con la que cuenta y que redunda en todos los clichés que le son propios al género, es decir: una niña con mucha mala leche, una americana con insomnio y un par de sustos, que haberlos haylos, de ésos que se logran en la posproducción manejando con habilidad y destreza el volumen de los altavoces.

De todos modos, no es mucho lo que se podía esperar de un tipo, Stephen Hopkins, que hasta el momento se había dedicado en cuerpo y alma a idear el cómo de algunas de las peores secuelas del género como Predator o Pesadilla en Elm Strret. Cintas que decoran su filmografía junto a otras perlas de la talla de Lost in Space o Blown Away.

Su último trabajo, protagonizado por una irreconocible Hilary Swank, se hace un hueco en la ya demasiado extensa colección de películas de corte fantástico y/o terrorífico (El Exorcismo de Emily Rose, La Profecía) que se sirven de la ‘mitología’ cristiana para elaborar su trama, y que en la mayoría de las ocasiones devienen en una monserga fundamentalista de tres pares de narices.

Es el caso. La Cosecha sustenta su discurso en la construcción de un diálogo elemental y maniqueo entre el bien y el mal, en la que este último tiene todas las de perder. Y si los 'demonios' se ponen folclóricos, pues se les mandan diez plagas bíblicas y a ver que cuerpo lo aguanta. Tremendo. Mala película.