La fila de los mancos

El mundo del séptimo arte: noticias, anécdotas, biografías (actores, directores,...),..., y, cómo no, los últimos estrenos cinematográficos.


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viernes, marzo 30, 2007

Days of Glory

El cine, en su vocación artística de mostrar lo que está oculto, se ha erigido como testigo de los pequeños actos, de las particularidades escondidas tras la ampulosidad de ciertos periodos históricos en los que sólo unos pocos han sido considerados héroes, cuando ni siquiera muchos de ellos -tal como Eastwood disecciona en Banderas de nuestros padres- en el fondo se merecieron tal honor.
Ahora Rachid Bouchareb, que ya mostró su obsesión por el fenómeno de la inmigración en Little Senegal, rinde un sobrio homenaje a esos hombres que vinieron del norte de África para luchar durante la Segunda Guerra Mundial por una patria de adopción que les trató como ciudadanos de segunda a pesar de participar en batallas clave en Italia, Provenza y los Vosgos.
Bouchareb afirma que no pretende ser pedagógico, y desde luego que no lo es. Porque Days of Glory -título grandilocuente que se aleja de la sencillez original de Indigènes- es la humilde plasmación del periplo bélico de cuatro magrebíes a través de una serie de episodios introducidos por unos breves segundos en los que, además de situarnos espacial y temporalmente, un paisaje en blanco y negro se llena gradualmente de color. Con estos deleites de la naturaleza en calma a lo Terrence Malick, el cineasta muestra su cristalina intención de enseñar la realidad, el color de esa contienda de la que tantas veces nos han hablado, pero escasamente para contarnos las historias de los que sin ser franceses, ayudaron al país haciendo de 'La Marsellesa' un himno universal que, como en Casablanca, sería capaz de acallar melodías nazis. Por eso nunca pierde una mirada respetuosa, casi tímida y distante, hacia estos soldados -no obstante, presentados irregularmente-, sin por ello dejar de enfrentarlos ante su descarada utilización como carne de cañón que lanzar contra el enemigo y ante su imposibilidad de ascender por más que se demostrase su destreza e inteligencia. Es el caso del brillante cabo Abdelkader, condenado al ostracismo pero sin dejar de recordar a sus compañeros muertos en batalla en unos instantes poderosamente parecidos a Salvar al soldado Ryan -y quizá tan innecesarios como en la película de Spielberg-. Es el personaje de más enjundia, pues tanto Saïd, cuya relación con el sargento Martínez queda muy desdibujada; como Messaoud, con una muy idealizada relación con una francesa; o Yassir, demasiado relegado a un segundo plano; no terminan de tener su redondez. Desde luego la culpa no es de los actores que les dan vida, justos merecedores de un premio conjunto en Cannes, que empujan con entusiasmo una película cuyo bajo presupuesto obliga a más intimismo y menos escenas de batalla. Todo ello sin renunciar al eminente espectáculo que nos regala una escena final en la que estos pied noir, estos cuatro magníficos, buscando el merecido reconocimiento por parte de los altos mando militares, defienden con uñas y dientes un pequeño pueblo alsaciano con el que se quieren hacer los pistoleros nazis. Es, sin duda, lo mejor de una cinta que además consiguió tocar el corazoncito de Jacques Chirac, que, tras contemplarla, decidió descongelar las pensiones (paralizadas desde que sus países consiguieron la independencia de Francia) de estos olvidados combatientes. ¿Es o no es el cine un medio poderoso?

1 Comments:

At 1:04 p. m., Blogger Ramón Besonías said...

Saludos desde OjO de buey.

Como película bélica no aporta casi nada. Su valor es la elección del tema y su aportación a la reflexión. Si no te interesan los problemas sociales (éste en cuestión de los árabes en Europa) a poco te habrá sabido.

Emotivo ese final con un veterano solo en su habitación, o en ese autobús, viendo pasar una Francia plural que desconoce o calla su historia.

http://elhilodepenelope.blogspot.com/2007/06/indgenas.html

 

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