La fila de los mancos

El mundo del séptimo arte: noticias, anécdotas, biografías (actores, directores,...),..., y, cómo no, los últimos estrenos cinematográficos.


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jueves, diciembre 06, 2007

Nicole Kidman pierde definitivamente el rumbo

La brújula de oro es una película espectacular, un derroche de lujo y efectos especiales pero que envuelven una historia pueril y poco original que aburre en diversos pasajes y entretiene en otros gracias sobre todo a la puesta en escena y a los medios técnicos derrochados en el rodaje. Nada más. Nicole Kidman está tan guapa como de costumbre y el resto de los actores hace lo que puede, es decir, limitarse a no desentonar en el festín visual de las imágenes. Pero aunque el talento, atractivo y belleza de Nicole permanecen incólumes, es como si el éxito hubiera paralizado su carrera. Embrujada, Cold Mountain, Dogville, La intérprete, Invasión y ahora esta ambiciosa superproducción que no es seguro que llegue a buen puerto pero que, en cualquier caso, está lejos de constituir un reto interpretativo para la estrella.
La brújula dorada transcurre en un mundo paralelo en el que las almas de las personas se manifiestan como pequeños animales, hay osos parlantes que hacen la guerra y niños que desaparecen misteriosamente. En el centro se encuentra una niña de doce años, Lyra, que se pone en camino para encontrar y rescatar a Roger, su mejor amigo, y que acaba envuelta en una búsqueda extraordinaria para salvar su mundo... que no sabemos si también es el nuestro. Nicole Kidman es la atractiva y morbosa señora Coulter y Daniel Craig, Lord Asriel, un aventurero de oscuro pasado.
La Liga Católica norteamericana ha avisado sobre diversos flecos de la cinta que permanecen ocultos tras la coraza de una película aparentemente infantil. La protesta se centra esencialmente en la trilogía de La materia oscura, escrita por el británico Philip Pullman. Veamos sus argumentos: "Los principales malhechores en la serie de libros son el Magisterium (la Iglesia Católica, a la que representa de una forma horrorífica y rebosante de maldad). El filme presenta a la heroína como una muchacha que precisa matar a Dios, para así liberar al mundo de esa tiranía (esa misión sólo se desvelará claramente al final de la trilogía). El aspecto más peligroso de esta película es que toda la historia se presenta de forma que aparezca como algo inocente, con efectos especiales espectaculares, y disfrazada como si se tratara sólo de un cuento infantil. Para encubrir más su mensaje, han quitado del guión de la película los temas más claramente anti-cristianos del libro. La meta del largometraje es enganchar a familias confiadas en ver una película infantil, de modo que los niños, entonces, deseen leer los libros. En los libros, sobre todo en el tercero, el autor revela ya claramente su ideología: Dios es representado como un anciano esperpéntico, Lucifer y sus ángeles son representados como las fuerzas del bien y, de hecho, dos de estos seres son nada menos que una pareja de ángeles varones enamorados".
Por supuesto la Liga Católica está en su derecho a opinar sobre el filme, lo que parece ha molestado a su protagonista, Daniel Craig, quien como empleado del mismo –y con óptimos beneficios económicos– ha salido en su defensa con confusos argumentos sobre el presunto poder terrenal de la Iglesia. Pero lo cierto es que la película presenta un mensaje y un tono opuestos a los de la notable 'Las crónicas de Narnia' (según la obra de C.S. Lewis) y abunda en una visión del mundo y del ser humano que poco tienen que ver con el cristianismo. El autor de la obra original lo expresó de forma muy clara en su trilogía. La película, consciente de que para arrasar en taquilla debe ser moderada, ha suavizado algunas de estas aristas pero mantiene el esquema fundamental. Por supuesto los productores de la película tienen su perfecto derecho a expresar las ideas que les vengan en gana. De lo que no deben sorprenderse es de que el público se percate de sus intenciones. Tal vez sea incompatible crear una saga de varias películas, como El señor de los anillos, forrarse en las taquillas y a la vez dibujar unas ideas que en modo alguno coinciden con el sentir mayoritario del público occidental. A otro con ese cuento.