Porque lo digo yo
(E. Galán) Qué tiempos aquellos cuando la actriz norteamericana era esa chica guapísima que nos podía hacer reír o llorar o ¡lo que ella quisiese!
¿Dónde se quedó Michael Lehmann? Sí, el que hacía películas arriesgadas como «Escuela de jóvenes asesinos» o «Cabezas huecas» o «El gran halcón». Qué tiempos aquellos cuando el realizador norteamericano era ese chico que nos podía hacer reír o llorar o ¡lo que él quisiese!
Pues en esto se quedaron. En una comedia sobre una señora que busca chico para su niña, la única que le queda por casarse. Ni corta ni perezosa pone un anuncio en internet. Después de seleccionar candidatos en una tópica escena, quedan dos aspirantes: uno impoluto (es arquitecto, ¡fíjate!) y otro un poco más guarrete (es músico, ¡claro!). El primero, gusta a la madre (¡normal!) y, el segundo, gusta a la niña (¡normal!). No hace falta que cuente dónde acabará el embrollo de esta madeja.
Con todos estos ingredientes, se trepanará en nuestras cabezas un largometraje estándar, una «romanticada» donde todos terminan en boda y cantando (¡otra vez no!). Sólo tiene interés este metraje para situar en el mapa a esos que, en el pasado, nos hacían disfrutar con sus historias. ¿Volverán algún día?
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home