Eragon
La Navidad se nos echa encima y si las cenas de empresa y la iluminación callejera no eran suficiente presagio, ya está en pantalla el filme que pretende arrasar en taquilla esta temporada, provocando que niños y adolescentes arrastren a familias enteras a las salas.
El triunfo de las adaptaciones cinematográficas de otras sagas literarias fantásticas como El señor de los anillos, Las crónicas de Narnia o Harry Potter ha jugado, sin duda, un papel fundamental en la recreación para el cine de los personajes creados por el joven escritor Christopher Paolini. ¿La prueba? Tan sólo tres años han pasado desde la publicación del primer libro de la trilogía hasta el estreno de su versión fílmica.
El filme, debut como realizador del experto en efectos especiales Stefen Fangmeier, presenta una suerte de Tierra Media tolkienana en la que los extinguidos jinetes de dragones ganarán una última esperanza de resurgir gracias a un joven granjero, Eragon. Pastiche de referencias a la fantasía heroica, ideal para los más pequeños, el filme se centra en la relación entre el adolescente llamado a convertirse en un héroe y el último dragón vivo. En este caso, una dragona, Saphira, de cuya buena conexión con su jinete dependerá el futuro de un reino subyugado.
Cuando Christopher Paolini comenzó a escribir esta original fantasía épica ambientada en el legendario reino de Alagaësia tenía la misma edad que Eragon, su héroe. Apenas 15 años. Y con 19 Paolini ya era un autor surperventas en los Estados Unidos. Hoy tiene 23 y trabaja en la última entrega de la trilogía El Legado, de cuyos dos primeros títulos, Eragon y Eldest, lleva vendidos varios millones de ejemplares en todo el mundo. Amante de la ciencia ficción y admirador confeso de Tolkien, Paolini ha recogido el testigo del maestro con notable éxito. Su fórmula es afortunada: frescura narrativa, ritmo ágil y muy visual y un poco de erudición fantástica, sabiamente dosificada.
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