El cineasta Guillermo del Toro al servicio de la memoria histérica
El director sudamericano quiere transmitir la maniquea idea de que la revuelta contra el orden establecido, cuando viene de la izquierda, es un acto de rebeldía contra la injusticia, siempre personificada por la derecha. La manipulación de la memoria histórica no descansa. Machaconamente se repite su discurso de buenos y malos hasta conseguir gravar a fuego en los cerebros de todos los españoles su versión de la historia. En esta ocasión se usa el género fantástico para transmitir la consigna. El director mexicano Guillermo del Toro ha calificado su película “El laberinto del fauno”, presentada en la 39 edición del festival de cine fantástico de Sitges, como "un cuento de hadas antifascista ambientado en la España de la posguerra". Ambientado en la España de 1944, El laberinto del fauno cuenta el viaje de Ofelia (Ivana Baquero), una niña de 13 años que junto a su madre Carmen (Ariadna Gil), en avanzado estado de gestación, se traslada hasta un pequeño pueblo en el que se encuentra destacado Vidal (Sergi López), un cruel capitán del ejército, nuevo marido de Carmen y por el que Ofelia no siente afecto. Este personaje ha sido definido por Sergi López, el actor que lo representa, como "alguien que encarna lo peor, el fascismo, el franquismo, el pensamiento único y la inexistencia del individuo, alguien que no despierta compasión, aunque haya tenido una infancia difícil". El director sudamericano quiere transmitir la maniquea idea de que la revuelta contra el orden establecido, cuando viene de la izquierda, es un acto de rebeldía contra la injusticia, siempre personificada por la derecha. Mientras, si esa misma rebeldía procede de la derecha es un acto de maldad fascista, en contra de los idealistas que quieren un mundo mejor, que por supuesto son siempre de izquierdas. Del Toro no ha podido evitar aludir a la simplonería manipuladora de su mensaje. "Más allá de la Guerra Civil española, me interesaba fabular sobre el tema de la desobediencia, de la imaginación, máxime en un momento en el que el péndulo se inclina a nivel mundial hacia la derecha". Y añade con miserable intención que "en la desobediencia de la niña hay un acto de inteligencia".
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