La fila de los mancos

El mundo del séptimo arte: noticias, anécdotas, biografías (actores, directores,...),..., y, cómo no, los últimos estrenos cinematográficos.


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martes, diciembre 25, 2007

30 años sin Chaplin

Con 88 años, Charles Chaplin (Londres, 1889) murió de manera tranquila en la navideña madrugada del 25 de diciembre de 1977, mientras dormía en la localidad suiza de Vevey.
"La vida es una tragedia si la ves de cerca, pero una comedia si la miras con distancia", solía decir Chaplin y hoy, tres décadas después de su muerte, todavía no hay lejanía suficiente para explicar la dramática trayectoria vital de uno de los mayores genios del humor cinematográfico.
"Éste es un momento muy emocionante para mí y las palabras parecen futiles, tan enclenques... Sólo puedo decir gracias por el honor de haber sido invitado aquí. Sois maravillosos, gente dulce", expresó entre lágrimas cuando Hollywood le rindió homenaje en 1972 con un Óscar honorífico. Ni un reproche dedicó Chaplin al mundo que le había vetado políticamente durante la Caza de Brujas. Era su regreso después de veinte años de exilio en Europa, y sólo agradeció el reconocimiento y el afecto, aunque volvió a despreciar a la palabra, cuya llegada al cine nunca encajó con deportividad. "Las palabras son escasas. Lo más grande que puedes decir con ellas es 'elefante'", ironizaba, y no recurrió a ella hasta 1935 en 'Tiempos modernos', aunque en ella todos hablaban menos él.
El pequeño Charles Spencer Chaplin había decidido ser cómico cuando, durante una enfermedad que le mantuvo en cama durante semanas, su madre le representaba las escenas que sucedían en la calle para entretenerle.
Procedente de una familia muy pobre, la infancia británica de Chaplin fue digna de los más desesperanzadores relatos de Dickens y retratada por él mismo de manera indirecta en la enternecedora y magistral película 'El chico' (1921). Y es que lo que hizo a Chaplin maestro de la comedia fue, probablemente, su profundo conocimiento del drama, su emoción vivida de primera mano que quedó en una filmografía ilustrada por niños, por una ciega en 'Luces de la ciudad' (1931) y, desde luego, siempre por el desamparo de su inmortal vagabundo Charlot.
En el año 1912 se instaló en EE.UU., en 1918 fundó su propio estudio y su creciente popularidad -fue el primer actor en ser portada de la revista Time en 1925- le hizo el mayor icono del cine mudo.
Pero su genio atormentado y su compleja personalidad pronto encontraron detractores: los británicos, por considerarle traidor, y la crítica, sobre todo años más tarde, por eclipsar a otros fenómenos cómicos de la época como Harold Lloyd o Buster Keaton. La quimera del oro (1925) es una de sus obras más amargas, en las que captó al cómico crepuscular y la incomprensión personal e ideológica.
Sus inclinaciones políticas chocaron contra el Comité de Actividades Antiamericanas -que vieron en 'Tiempos modernos' y 'El gran dictador' (1940) contenidos comunistas-, y sus matrimonios, siempre con mujeres notablemente menores que él -con su cuarta y última mujer, Oona O'Neill, se casó con 54 años cuando ella tenía 18-, le hicieron persona non grata para la moral de la época.
Ni muerto se libraría de un último revés tragicómico pue su cuerpo aún sufriría el 3 de marzo de 1978 un robo del cementerio local, cuerpo que no fue encontrado por la policía hasta el 18 de mayo del mismo año.