Un funeral de muerte
Aunque le faltan cosas, esta historia de malentendidos e intrigas familiares que dosifica perfectamente cada gag, sabe cerrar de manera brillante todo el entramado en que mete a sus personajes. Además, desde el principio cada uno de ellos se presenta con sus pequeños apuntes exactos, algo a lo que ayuda un cásting que ha sabido elegir a los actores más apropiados para cada papel, aunque ciertamente se eche de menos más carisma en alguno de ellos. Ni Matthew McFayden, conocido por su Darcy en Orgullo y prejuicio, lo consigue con su inseguro hijo del difunto; ni Alan Tudyk, que resuelve su papel sin estar nunca pasado de rosca a pesar de pasarse toda la película bajo los efectos de sustancias psicotrópicas; ni, a pesar de su calidad, Peter Dinklage, el actor bajito de Vías cruzadas, que, aún así, pone un curioso toque de pimienta gracias a la relación que se descubre que tenía con el fallecido. Y es que el director Frank Oz, que no siempre acierta con sus proyectos, pero cuando lo hace da la campanada -ahí está In&Out para testificarlo-, ha sabido dirigirles con inteligencia. Aunque no por ello ha podido evitar cierto tono convencional al llevar a la pantalla el magnífico guión de Dean Craig, que ha compuesto una serie de escenas hilarantes encadenadas con un vibrante sentido del ritmo. De tal forma, al acabar la película el espectador queda satisfecho, pero con ganas de algo más.
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