La fila de los mancos

El mundo del séptimo arte: noticias, anécdotas, biografías (actores, directores,...),..., y, cómo no, los últimos estrenos cinematográficos.


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viernes, abril 20, 2007

Sunshine

Si hace pocos meses el fracasado candidato a las elecciones estadounidenses Al Gore se dedicó a alertarnos de los peligros del calentamiento global en el estimable documental Una verdad incómoda, es ahora Danny Boyle quien se pone fatalista con una postura diametralmente opuesta, aventurándose a trasladar a imágenes la posibilidad de que el sol agonice miles de millones de años antes de tiempo, en el año 2057 nada menos, siguiendo las teorías del joven científico Brian Cox. Sea más o menos discutible la base científica de la que se nutre, Sunshine es una película entretenida y con altas dosis de magnetismo, pero que se estropea por culpa de un final demasiado incoherente.

Sin monstruos con ansias fecundadoras o cosas parecidas, pero con elementos muy reconocibles del género de ciencia ficción -autoridades puestas en entredicho, pasajeros inesperados, errores de cálculo o momentos de quietud cósmica-, el apocalíptico guionista Alex Garland centra el filme en la misión que un grupo de ocho científicos emprende con el objetivo de reactivar la actividad solar con una carga nuclear de impacto. Colaborando de nuevo con Garland Boyle reafirma su amor por Apocalipse Now, porque aquí como en sus otros dos trabajos conjuntos, La isla y 28 días después, su argumento muestra una obsesión por los personajes que debido a unas circunstancias muy adversas, hacen de la supervivencia su máxima, llegando a pasar de una pacífica inacción a convertirse en auténticas bestias hobbesianas por un fin más grande que ellos mismos, en Sunshine nada menos que la salvación de la humanidad.
Los elegidos para tan magna misión son un grupo de actores con pinta de universitarios más que de científicos preparados, lo cual contribuye a que nos resulte menos creíble un invento que aún así posee los giros necesarios para hacer que la aventura sea trepidante. Y eso a pesar de lo confuso que resulta todo lo relativo a las imágenes del exterior de la nave: no sabemos bien donde viajan los tripulantes y dónde están las cargas atómicas. Nos perdemos igual que cuando todo se precipita y la lucha por el oxigeno lleva hacia un final con ecos de Alien o Blade Runner, pero demasiado increíble como para que la suspensión de la realidad que se presupone siga funcionando.
Pero sobrevive en Sunshine, más cercana en espíritu al 'Space Oddity' de David Bowie que a la metalurgia de Ridley Scott, una fascinación por la pequeñez humana frente al universo, explorado en busca de unas respuestas que nunca llegarán, mientras Capa, el héroe impasible interpretado con convicción por Cillian Murphy, se afana en sobrevivir para que la misión finalice y una tierra condenada a congelarse recupere la luz solar; para que gente como Garland y Boyle, dotado de una gran destreza técnica aquí demostrada, tengan el vehículo para introducir una serie de elementos metafísicos que no terminarán nunca de concretarse y quedarán mezclados de mala manera junto a la multitud de reverencias a un género en el que no han encontrado su sitio.