La fila de los mancos

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viernes, septiembre 29, 2006

El cine chileno remonta el vuelo con alas digitales

Lo vaticinan los expertos, lo confirman los cineastas y lo mejor de todo es que lo ratifica el público: Chile era el 'cóndor dormido' del cine iberoamericano pero el remonte de su vuelo está siendo espectacular.
Un remonte visible en los principales certámenes mundiales, como el 54 Festival Internacional de Cine de San Sebastián, España, actualmente en curso -cuyo programa incluye cinco cintas de autores chilenos-, pero sobre todo, en las salas de cine del país andino.
Ese auge se está dando 'gracias a una política adecuada y al esfuerzo de los cineastas', ha explicado el chileno Jorge Durán, director de la película brasileña 'Proibido proibir'.
'Todo eso permite que se hagan en Chile una media de diez películas por año, algunas de ellas causando una sorpresa grande de público. Tres películas chilenas han pasado de un millón de espectadores, que en un país de catorce millones de habitantes es una enormidad', agrega.
Por todo ello, Durán ratifica que 'la cinematografía chilena está consolidándose'. Algo con lo que coincide Christian Olguín, productor de 'El rey de San Gregorio', dirigida por Alfonso Gazitúa, también exhibida en San Sebastián y que se estrenará en Chile el 16 de octubre.
'Hay en Chile varios directores jóvenes que no pasan de treinta años que le prenden velas, como decimos en Chile, a San Cine Digital', comenta Olguín con humor. Ejemplos de ello son 'La sagrada familia', de Sebastián Campos y 'En la cama', de Matías Bize, ganadora de la Espiga de Oro en Valladolid y seleccionada por su país como representante en los Oscar y los Goya.
'Están hechas en digital, eso facilita mucho. Los costes de producción se mantienen bajos y dan gran rapidez. Se puede hacer una película en dos días', explica Olguín.
Ejemplo vivo de ello es 'Rabia', también vista en San Sebastián y rodada exactamente en dos días, en planos secuencia captados con dos cámaras mini-DV y montada en su propio ordenador doméstico por su director, Óscar Cárdenas.
Ese sistema de trabajo facilita que 'no ha habido mes que no se haya estrenado una película chilena en los cines, de todo tipo de cine además, eso es lo bueno', apunta Olguín.
'Hace un tiempo estábamos con el culo y las tetas, con 'Sexo con amor', de Boris Quercia, y ahora estamos con los reyes, 'El rey de San Gregorio' y 'El rey de los huevones', de Quercia también, que se acaba de estrenar hace un mes atrás y lleva ya más de 150.000 espectadores, una cifra exorbitante', destaca.
'Tenemos el apoyo de los ministerios, que nos apoyan a salir a festivales. Y a Chile le interesa, porque somos una parte de la cara de nuestro país', concluye. Cara que están dando en todo el mundo cintas como 'El telón de azúcar', de la chilena Camila Guzmán, presente en San Sebastián, o 'Se arrienda', dirigida por Alberto Fuguet, sin olvidar 'Promedio rojo', de Nicolás López, que ha contado con la producción del español Santiago Segura.
'Hay una especie de despertar del cine chileno porque hemos logrado una estabilidad política y económica. Eso nos dio vías para hablar de otros tipos de cosas, ya no ligadas al tema estrictamente político, aunque sin dejarlo de lado, porque aún da para cien años', explica Óscar Cárdenas. Pero lo fundamental ha sido 'poder contarlas a través de un medio distinto, el cine digital. Chile no podría estar haciendo estas películas sin acceso a la tecnología digital. Hacer cine en Chile a la manera clásica (película de 35 mm) es muy caro, sólo lo pueden hacer un grupo de directores y productoras', subraya el director de 'Rabia'.
Paradójicamente, Cárdenas revela que aunque la política ya no es el eje central del cine chileno -como ocurría en la época en que su casi único rostro conocido era Miguel Littin-, gran parte de esta eclosión viene de las normas impuestas por el gobierno del general Augusto Pinochet (1973-1990).
Todos los jóvenes directores 'tenemos una carga muy cinéfila, hemos visto muchas películas. La generación que se quedó en Chile fuimos obligados a ver películas porque había toque de queda y te tenías que quedar en casa viendo televisión, y la televisión programaba películas', recuerda.
Otros autores opinan que Pinochet es 'el gran tema pendiente', como Luis Vera, autor de 'Fiesta patria', premiada en San Sebastián con un premio que contribuirá a que pueda acabarla.
Sobre el aparente desinterés de los nuevos cineastas chilenos por la época de Pinochet, 'ellos creen que ya se ha hablado demasiado de aquello. Han establecido tanto esa falsa verdad que las nuevas generaciones ya la han incorporado en su mente', lamenta Vera (Santiago, 1952).
Algo a lo que responde Óscar Cárdenas: 'No creo que el cine tenga que tener deudas por motivos políticos. El cine se hace porque se tiene que hacer, simplemente'.